El insólito robo de la estatua de una virgen y la banda de menores
La noche del sábado en Sáenz Peña estaba lejos de ser tranquila. Los patrulleros recorrían las calles con cierto presentimiento: algo se cocinaba en la ciudad. Desde la base del 911 y las comisarías locales, los efectivos tejían un operativo que terminaría por descubrir escenas dignas de un guion policial mezclado con el más absurdo realismo del Chaco profundo
Una ráfaga de mensajes por los grupos de seguridad de los vecinos encendió laalarma: «¡Un hombre rompió la gruta de la esquina y se llevó la virgen!». La noticia descolocaba hasta al más curtido policía: el asombroso ladrón, sin importarle la fe ni la moral ajena, arrancó la imagen y trató de perderse en la noche. No llegó muy lejos. El asaltante, mayor de edad y con determinación temeraria, no contaba con la velocidad y la astucia policial. De inmediato, una patrulla interceptó su escape, y al poco tiempo la virgen volvió a la grupo.
Mientras tanto, en otra parte de la ciudad Termal, la escena se ponía más veloz –y embarrada –. Un joven a bordo de una poderosa motocicleta, recién robada según testigos, aceleró tan fuerte como le permitía la adrenalina. La persecución se tornó un espectáculo de película: luces, sirenas, gritos, suspenso. Y de pronto, la trama cambió cuando el fugitivo, en su frenética huida, quedó empantanado. La moto de alta cilindrada se hundió en el suelo blando, frustrando el escape del audaz ladrón, que fue reducido, esposado y trasladado por los uniformados hasta la dependencia policial.
Casi 20 detenidos en diferentes operativos
El panorama de la lucha contra la inseguridad se completó con un dato revelador: de las 18 personas demoradas en los operativos del fin de semana, la mayoría eran menores de edad. El fenómeno alarma a las autoridades y a toda la sociedad. Jóvenes que desafían tanto las reglas de tránsito como las de la seguridad, agrupándose para recorrer el casco céntrico en motocicletas, ignorando semáforos y medidas elementales de cuidado. El cuadro se agrava los fines de semana, cuando la ciudad parece transformarse en territorio salvaje para los «willeros» y los amantes del escape libre.
«Muchos de estos chicos ya tienen antecedentes por contravenciones similares, y reinciden cada fin de semana», explicaron los voceros policiales. Por eso, desde hace semanas, se implementa el secuestro de motos y el endurecimiento de las multas, una medida aplaudida por el colectivo de Padres en Ruta, que exige acciones firmes para frenar el descontrol juvenil.
La División Caminera, que participó en los controles con alcoholemia y patrullajes, aportó su balance preocupante: más conductores al volante bajo los efectos del alcohol, y en especial al mando de automóviles y camionetas. El saldo, previsiblemente, fue otra tanda de infracciones, vehículos decomisados y, en muchos casos, la amarga promesa de una causa judicial para quienes pasaron el límite establecido.
Así transcurrió un fin de semana que dejó mucho qué pensar: la virgen volvió a su gruta, la moto regresó a su legítimo dueño, pero la ciudad sigue a la espera de respuestas frente a la ola de delitos menores protagonizados, en mayor medida, por menores de edad.