River goleó a Lanús, sigue dulce y se acercó a la punta
River tuvo una noche brillante, a puro gol, para golear a Lanús en su cancha y cerrar una semana inolvidable que se inició con el triunfo a Boca en la Bombonera. El equipo de Marcelo Gallardo, aun con suplentes, siguió de fiesta y llega entonado al choque contra Independiente por la Copa Libertadores, este martes, en el Monumental (laida fue 0-0). Lanús, que empezó ganando el encuentro, sigue sin conseguir un triunfo en el torneo, lleva cinco derrotas seguidas y empieza a sufrir con el promedio.
El final fue muy distinto al inicio. Aun cuando Lanús vive una crisis futbolística de la que intenta salir conducido por un hijo pródigo del club como Luis Zubeldía. Pero cuando tiene a River enfrente la motivación es extra. Y los antecedentes de los últimos tiempos lo avalan. Lo eliminó en las semifinales de la Copa Libertadores del año pasado en una noche épica para el Granate y a principios de 2017 lo venció en la final de la Supercopa Argentina. Es más: 11 de los 14 triunfos de Lanús como local en su historia fueron en los últimos 22 años.
Ante un River alternativo (Franco Armani fue el único de los habituales titulares), Lanús salió a ser protagonista. Y lo consiguió al menos durante la mitad del primer tiempo. Con Quignón, Belmonte y Maciel armando un triángulo que combinó recuperación, juego y presión en la mitad de la cancha. Con el Zorrito De La Vega y el Laucha Acosta haciendo un doble trabajo de retroceso y ataque en las bandas.
River empezó timorato el partido. Sin comprometerse. Y padeció, sobre todo por los laterales y en las pelotas paradas. También, cuando los volantes que iban por el centro se filtraban. Como en esa jugada en la que Maciel (pareció estar un pasito adelantado) entró al área y definió cruzado para vencer a Armani, algo que no muchos pudieron hacer.
River estaba desorientado. Martinez Quarta era el único que sostenía defensivamente. Y Zuculini, en la mitad, siempre ordenado trataba de multiplicarse. Se veía superado en el medio numérica y futbolísticamente. Hasta que Gallardo, hábil estratega, lo advirtió. Soltó a Quintero e hizo retroceder a Mora a la banda derecha. Para jugar 4-2-3-1 con Enzo Pérez y Zuculini como doble cinco. Y De La Cruz siguió en la izquierda. Y el partido dio un giro de 360 grados.
Juanfer y el uruguayo pudieron conectarse más. Y Scocco empezó a participar del circuito de juego con su clase de siempre. Y River empezó a jugar más. Ocho futbolistas (Zuculini, Lollo, Mayada, De La Cruz, Pérez, Quintero, Moreira y Scocco) armaron con 15 pases la jugada del empate, definida por Scocco.
Todo lo bueno que había hecho de mitad de cancha para adelante lo tiró por la borda en lo defensivo. Ibáñez salvó dos veces, ante Scocco y De La Cruz, pero después no pudo hacer más nada. Lanús se desplomó y River arrolló.
River se plantó mejor en el segundo tiempo y con una mezcla de jerarquía y frescura se hizo amo del partido. El pibe Sosa (había debutado contra Racing en Copa Libertadores pero fue su primer partido de AFA) fue una rueda de auxilio para Zucu y se animó a buscar el arco rival. Así destrabó el encuentro. La pelota dio en el palo y en la espalda de Ibáñez. Para confirmar que River está de racha y que Lanús no liga nada.
Con la ventaja, River se floreó. Y fue contundente y efectivo, además. Mostró recursos. Un gol de pelota parada (Lollo), otro con triangulaciones y paredes (De La Cruz). Uno más con desborde y definición (Exequiel Palacios). Fiesta futbolística. Los suplentes demostraron estar a la altura para tranquilidad de Gallardo. Y River terminó riéndose de la historia reciente negativa contra Lanús. Para cerrar una semana brillante. Y para tener la cabeza tranquila en el duelo del martes contra Independiente para buscar un lugar en las semifinales de la Copa Libertadores.